Hay tantos tipos de memoria como criterios para estudiarla, así que vamos a centrarnos en sus características más significativas para poder sacarle partido y poder recordar (más a menudo) dónde hemos dejado las llaves.
A diferencia del tiempo, que es el mismo para todos y lo que marca la diferencia es cómo lo usamos, la memoria es más flexible y le podemos sacar aún más partido.
El objetivo es pasar más fácilmente una información o una experiencia a nuestra memoria a medio plazo, que dura entre varios días y algunas semanas.
Estructura de la memoria. Las analogías
En la memorización, los nuevos recuerdos son clasificados. El cerebro busca parecidos con los recuerdos existentes que le sirven de ayuda para procesar la nueva información.
En este proceso de almacenamiento, se compara la nueva información con las semejanzas y diferencias de los recuerdos existentes. Así, la información no se guarda al azar sin procesar, sino que se asocia con recuerdos del mismo tipo, lo que facilita las “consultas” al archivo de la memoria.
La memoria negativa
El cerebro tiene una asombrosa capacidad de ignorar la información irrelevante.
Ante la repetición de estímulos de carácter insignificante, hace que desaparezca la respuesta neuronal, lo que se denomina como memoria negativa porque el cerebro “se apaga” e impide el almacenamiento de la información. Este proceso es la habituación.
Curiosamente, estamos “programados” para protegernos ante los riesgos. ¿Cómo? Ante estímulos nocivos, el cerebro funciona de forma opuesta a la habituación. El sistema neuronal facilita el almacenamiento de la información, y se mantiene esta facilitación durante días o semanas después del estímulo.
Además, esta protección es más poderosa que la habituación. Aunque ésta se haya producido, la exposición a varias repeticiones del estímulo dañino hace que pase a convertirse en una vía facilitada.
Recuerdo por repetición
Este método es uno de los más habituales. Mediante la repetición del dato o hábito a recordar, según perdure en el tiempo, va quedando cada vez más fijado en los almacenes de la memoria.
La eficacia de este método depende de cómo lo apliquemos. Por ejemplo, para quedarnos con un dato, podemos leerlo varias veces (menor eficacia), verbalizarlo en voz alta repetidamente o escribirlo varias veces (mayor eficacia).
Conociendo la habituación, es obvio que éste es un método de memorización muy básico.
La influencia de las emociones
Un estímulo sensitivo recién experimentado casi siempre excita múltiples regiones de la corteza cerebral. Cuantos más sentidos se activen, más fácil es que recordemos el estímulo (es más fácil recordar lo que vemos y oímos que lo que solamente oímos).
Por otra parte, si esta experiencia no despierta una sensación de recompensa o de castigo, se convierte en algo anodino y se convierte en candidata para la habituación. Si no hay nada más, el cerebro acabará por ignorarla.
Cuando el estímulo sí que provoca una recompensa o un castigo en vez de la indiferencia, la respuesta de la corteza cerebral se vuelve progresivamente cada vez más intensa. Con su aplicación repetida, en lugar de desvanecerse, la memorización estará reforzada.
Importancia de la atención
No hay que ser muy lince para saber que las distracciones y la memoria no se llevan bien.
La atención, por otra parte, sí que puede ayudarnos a recordar activamente algo en un momento dado. Cómo lo aplico:
- Me abstraigo de todo y pienso únicamente en lo que quiero recordar (comprar un paquete de arroz).
- Manteniendo el nivel de atención, pienso en cuándo quiero recordarlo (la próxima vez que vaya a hacer la compra).
- Visualizo cómo se va a activar el recordatorio en ese momento. Tiene que ser lo más concreto, realista y vívido posible (en el supermercado, llevando el carrito con facilidad porque todavía no pesa, al pasar por delante del pasillo de las pastas y arroces, cuando mire hacia allí, me acordaré e iré directamente a por el paquete. Visualizo el paquete en la mano, su peso y su textura).
- Cuando he completado la tarea, me imagino experimentando la satisfacción de haberme acordado viendo el paquete en el carro.
Es un método sencillo que cualquiera puede adaptar según mejor le funcione. Integra aspectos clave que hemos visto: focalización de la atención y la carga emocional.
Memoria muscular
También se llama memoria procedimental y se asocia con las actividades motoras del cuerpo.
Son esas habilidades que hemos aprendido, por ejemplo, para golpear una pelota de tenis. Están almacenados los recuerdos automáticos encargados de:
- Divisar la pelota
- Calcular su relación con la raqueta y su velocidad
- Deducir con rapidez los movimientos del cuerpo, los brazos y la raqueta necesarios para golpear la pelota según se desee
En esencia son movimientos interiorizados a nivel muscular. Esta interiorización pasa por realizarlos con altos niveles emocionales (pensemos en deportes de contacto) y de atención, que, con la suficiente repetición, se convierten, casi, en reacciones.
Sus principales características son la inmediatez (cuando se tiene soltura con la actividad), que permite pasar al siguiente recuerdo (golpe en este caso) olvidando los detalles del anterior.
Esto no tiene nada que ver con el Flow. Ésta es una memoria muy eficaz, pero peligrosa en situaciones que requieren de atención. ¿Qué sensación nos queda cuando nos damos cuenta de que hemos conducido varios kilómetros y no recordamos casi nada? Estábamos conduciendo en piloto automático (memoria muscular) y la atención enfocada en que no habíamos comprado arroz…
Conclusiones, que no se te olvide…
Podemos hackear el cerebro para que nos ayude, para lo que hemos de conocer algunos principios de su funcionamiento.
La memoria es una de sus funciones clave, ya que es la base de la experiencia y la que orienta nuestras decisiones.
Así que, volviendo al inicio, deja las llaves siempre en el mismo sitio o imagínate que son una bomba, a ver dónde y cómo las dejas…