El hecho de que no demos importancia a adoptar una correcta postura sentada representa un riesgo para nuestra salud. El que todos podamos hacerlo, y en muchos casos durante varias horas al día, a veces nos hace olvidar las complicaciones que puede conllevar.
Ya seamos estudiantes, atletas de escritorio, embarazadas o jubilados, muchas veces no hemos recibido más «consejos» que los típicos: «¡Siéntate bien!» o «¡estírate!». Es muy difícil recibir un mensaje claro que nos indique cómo hacerlo bien y una explicación para entender el por qué del mismo (que por otra parte nos ayudaría a seguirlo). A ver si podemos hacer algo al respecto…

Una curiosidad. La postura sentada también se llama sedente, se ve la clara relación con el término sedentario, ¿no?
¿Por qué nos sentamos?
Esta parte es sencilla. Nos sentamos para descansar, para relajar las piernas o para realizar actividades que demandan más concentración o atención. Pero hay diferencias:

Hay además otro tipo de actividades que sólo se puede realizar en postura sentada ya que implica la utilización de los pies (conducción, antiguas tareas de alfarería y costura, etcétera).
Sin entrar en otros aspectos culturales, la postura sentada es la que se está generalizando en el ámbito social, familiar y se está incrementando en el laboral. En el educativo, prácticamente está instaurada.
Las sillas, modernos y cómodos instrumentos de tortura
Las sillas no dejan de ser un invento reciente, desde la perspectiva de la historia humana. Hasta entonces, la forma de descansar era sentándose en el suelo o colocarse de cuclillas, una postura muy interesante. Algunos pastores tienen otra depurada técnica para descansar:

Estamos hechos para movernos, por lo que permanecer sentad@s durante largos periodos continuados supone un riesgo para la salud. El potencial impacto para la salud es muy amplio:
- Aparato locomotor: inmovilidad articular (especialmente en cadera o rodillas), curvatura anómala en la espalda (zonas lumbar, dorsal o cervical), trastornos en miembros superiores (hombros o muñecas), pérdida de movilidad y flexibilidad en las articulaciones, compresión pulmonar,…
- Aparato circulatorio: dificultad aumentada en la circulación sanguínea y corazón, circulación limitada en zonas donde se produce compresión, etc.
- Trastornos metabólicos: desequilibrio hormonal (insulina), aumento de los triglicéridos,…
La lista es larga, pero el concepto queda claro. Adoptar esta postura en exceso afecta de forma general a todo nuestro organismo.
Cuál es la correcta postura sentada y por qué
Ya he comentado que estamos hechos para movernos, por lo que la primera medida para mantener o mejorar nuestra salud es cambiar de postura, y evitar en la medida de la posible sentarnos (¡¡demos una oportunidad también a la postura de cuclillas!!).
Para ello, podemos alternar posiciones, intentar caminar 5 o 10 minutos por cada hora de postura sentada, promover las reuniones de pie, etc.
Y para tener una correcta postura sentada, debemos tener en cuenta los siguientes factores clave:
- Cadera. Es primordial sentarse sobre los isquiones (sit bones de la imagen). Para ello, nos sentamos dirigiendo el culete hacia atrás, para que sea la parte inferior de la nalga y el comienzo de la pierna la que se apoye. De este modo tenemos la base para una correcta alineación de la columna y toda la musculatura asociada.

- Espalda. Una vez colocada la cadera, la espalda se erguirá de forma adecuada, por lo que no es necesario forzar la postura erguida tensándola. El respaldo de la silla no debe interferir con la curvatura natural de la espalda. Si es el caso, nos sentaremos un poco más hacia delante. La cabeza debe permanecer alineada con la columna evitando curvar el cuello.
- Hombros. No los curvaremos hacia delante, así que la línea que une los hombros pasará también por la columna. Si no llegamos a la mesa, por ejemplo, adelantaremos la silla. Con esto conseguimos una posición natural para los brazos evitando su fatiga y que desalinee la espalda.
- Miembros inferiores. Varias consideraciones a tener en cuenta: los pies deben estar perfectamente apoyados, utilizando una caja o un reposapies si no se alcanza el suelo; las rodillas ligeramente por encima del nivel de la cadera, para evitar la compresión de los muslos, y por el mismo motivo, la silla no debe tocar la pantorrilla. Obviamente, cruzar las piernas desarma toda la postura.
Con estos conceptos básicos podemos empezar a practicar la adecuada postura sentada, sin olvidar que lo principal es alternarla con periodos de pie o andando. Adelante, pruébala, escucha a tu cuerpo (se quejará porque habrá zonas, sobre todo la lumbar, que no están acostumbradas, pero sí estarán protegidas). Para seguir cuidando tu espalda, no dejes de echar un vistazo a esta entrada.