La literatura es una de las artes mayores, pero ello no implica que todo lo que se pueda leer, merezca la pena.
Algunos libros han de ser paladeados, otros se engullen, y sólo unos pocos se mastican y se digieren por completo.
Cornelia Caroline Funke o Francis Bacon??
Quizás quemar un libro sea un sacrilegio más por el contexto sociopolítico que rodea al acto que el hecho en sí. Pero a veces dan ganas…
Cuando leemos un texto, establecemos una especie de compromiso con él, ya que destinamos recursos (tiempo, atención y/o dinero) a cambio de algo.
Hemos de tener presente la finalidad de la lectura. Cuando no es recreativa, sino mas bien “intelectual” (un libro académico, ensayo, estudio o, incluso, unas instrucciones) debemos ser conscientes de que nuestro tiempo es precioso y debemos gestionarlo de forma eficaz. Es lícito y obligatorio analizar si esa lectura merece nuestro tiempo.
Las técnicas que analizamos hoy se pueden aplicar desde ya por todo el mundo y son independientes de las de lectura rápida que mencionamos aquí.
Fundamento de la pareja Leyente – Texto
La lectura es la forma en la que establecemos un vínculo con la persona que ha escrito el texto. Queremos descifrar lo que nos quiere decir, sus reflexiones, enseñanzas o experiencias.
Como lectores, podemos enriquecer ese vínculo. Adoptaremos un rol más activo si nos preguntamos continuamente ¿qué quiere decir? o ¿qué puedo esperar de lo que dice? Otro ejercicio interesante es intentar buscar una solución al “problema” que se desarrolla en nuestro texto antes de que lo haga el autor.
La esencia, el verdadero valor añadido de un texto (cuando lo tiene) ronda entre el 4 y el 20% de lo escrito. El resto son explicaciones, ejemplos y reformulaciones. Por tanto, para una lectura eficaz, debemos ser capaces de descubrir esta esencia, leerla con atención, y valorar después si es necesario leer algo más.
Técnicas de lectura eficaz
Cuando empecemos a estudiar un tema, empezaremos por los básicos. Es el conocimiento que ha perdurado en el tiempo. Lo que funciona es lo que dura y además son los cimientos en los que se basan los nuevos conocimientos. Si nos centramos sólo en lo reciente, mayor es el riesgo de encontrarnos con modas y refritos.
Antes de leer un texto, además de saber si merece la pena hacerlo, debemos tener claras nuestras expectativas y objetivos con él. Si consideramos que nos ayudará a alcanzarlos, pasaremos a la siguiente etapa.
Es momento de exprimirlo. Para ello:
- Revisa el índice, ¿qué capítulos se alinean con tus expectativas?
- Para los ensayos y estudios, céntrate en el abstract o resumen y la bibliografía
- ¿Hay resúmenes al final de cada capítulo o un capítulo final de conclusión?
- Cuando leas los capítulos de interés, lee completo el primer párrafo de cada capítulo y la primera y última línea del resto de párrafos. Ahí están los argumentos principales.
¿Has alcanzado tus objetivos? lo puedes dejar. Siempre puedes retomar el libro si evolucionan tus expectativas.
¡Ay! la eterna pregunta… ¿y si no he hecho bien la criba y me he dejado algo importante? Este miedo no está justificado. Con esta lectura selectiva hemos asimilado el texto en un 25 o 30% del tiempo que habríamos dedicado a leerlo entero. ¿Qué vas a hacer con ese tiempo? Por ejemplo, puedes leer al menos otros dos textos buenos relacionados y ampliar tu punto de vista (o descubrir que ya tienes todas las claves)
Conclusión, la lectura eficaz es lectura inteligente
Hay lectura pendiente para ocupar muchísimas vidas, por lo que debemos ser capaces de priorizar nuestro tiempo y atención.
Cuando no se trata sólo de entretenimiento, tener claros nuestros objetivos, aprovechar la estructura del texto y cómo se escribe nos permitirá exprimir su esencia muy rápidamente. ¿Tienes pensado lo siguiente que vas a leer?