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Emociones negativas. Déjalas ir y que no te limiten

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Las emociones son nuestra respuesta “automática” ante un estímulo. Todos las tenemos, son normales y necesarias. El peligro de las emociones negativas es cómo nos van a hacer actuar y durante cuánto tiempo nos estarán controlando.

Hoy, sin ir más lejos, un coche invade mi carril y he esquivado el golpe de milagro. Tras pitarle y recriminarle su acción, me ha dicho de todo menos bonito. Y por si no fuera suficiente, a la hora de aparcar, alguien me quita el sitio delante de mis narices cuando ya había señalizado la maniobra. Por si fuera poco, se recochinea con una sonrisita soberbia.

Sí, soy una persona templada, pero no puedo evitar que me hierva la sangre ni pensar en expeditivas maneras de borrar la sonrisita de alguien. Y éste es el meollo del tema de hoy.

Las emociones no son buenas ni malas, es más, son necesarias ya que nos han permitido afrontar los problemas de forma eficaz desde que usábamos taparrabos. Pero… ¿qué control tenemos sobre ellas?

Partiendo de su función para movernos a hacer algo ante un estímulo que puede suponer un riesgo, tienen efectos tanto a nivel físico (alteración del ritmo cardíaco y respiratorio, segregación hormonal…) como psicológico (incremento atención, preparación ante la reacción de huida o lucha…). El problema, nuevamente, aparece cuando estos efectos se prolongan en el tiempo, teniendo consecuencias negativas tanto en la salud física y mental como en las relaciones con quienes nos rodean.

Podemos estar de acuerdo en que, si logramos mantener a raya estas emociones, mejorará nuestro bienestar emocional, y quien sabe, quizás alcanzar la felicidad.

Hay quien dice que la felicidad está siempre ahí, que es como el sol. Podemos contemplarla si apartamos las nubes: nuestras emociones negativas.

¿Las emociones negativas son naturales y beneficiosas?

Está muy bien la autoayuda de libro de bolsillo. Muy bonito lo del sol y las nubes, pero a la hora de la verdad, estas emociones me ayudan a afrontar situaciones complicadas:

  • Furia: me lleva a la acción, y con la adrenalina, soy más fuerte
  • Preocupación: me hace planificar mejor y trabajar más duro para afrontar todo lo que pueda venir
  • Culpa: me ayuda a ser consciente de mi error y a hacerlo mejor la próxima vez

Con este razonamiento, ante una emoción negativa, ¿es acertado optar por elegirla, alimentarla y subirnos a esa ola a ver hasta dónde nos llega, a cualquier precio?

Si somos honest@s, la respuesta empezará por “Sí, pero…”. Si algo es beneficioso, lo es sin matices.

Las emociones negativas sin control no son beneficiosas

Sobre los supuestos beneficios de estas emociones:

  • Furia (acción y fuerza) = comportamiento menos racional, dificulta obtener lo que quieres y es una puerta abierta a arrepentirte de tus actos y a sentirte mal contigo mism@
  • Preocupación (planificación) = es el antídoto de la preparación, derrocha energía y nos dirige hacia el único escenario que elegimos ver, el negativo
  • Culpa (principio de superación) = no es más que concederte a ti mism@ el permiso para hacerlo de nuevo (lo que incrementa la probabilidad de hacerlo). Íntimamente aceptamos nuestras malas acciones (a cambio de sentirnos mal), por lo que el hábito perdura

Si lo pensamos lo suficiente, el peaje que conlleva este tipo de emociones es muy alto.

Círculo vicioso destructivo. Fuente

¿Y cómo elimino estas emociones?

No vamos a eliminar nunca las emociones, es lo que nos hace humanos. Lo que sí podemos es controlar cómo nos manejan.

Las emociones negativas van a surgir, pero podemos elegir no permanecer en ellas ya que no nos benefician.

¿Cómo las controlamos?

  1. Podría decir que, idealmente, la forma es esquivarla, dejarla pasar, pero es realmente difícil. Experimentémosla, sí, pero brevemente (1 minuto)
  2. Llega lo difícil, que entre la razón y nos haga ver que, si nos dejamos llevar, no llegaremos a buen puerto, que no hay beneficio. No es productiva.
  3. Dejarla ir
Podemos romper el círculo

Como en otras tantas situaciones, es muy fácil de decir, pero en absoluto ponerlo en práctica. Lo bueno es que podemos practicar. ¿Cómo?

  • Elige la emoción con la que quieres practicar
  • En una situación en la que no se manifieste muy intensamente (vamos a empezar poco a poco), paramos, respiramos profundo y valoramos los contras de dejarnos llevar por esa emoción.
  • Llega lo fácil… la emoción empieza a desvanecerse

Así continuaremos practicando cada emoción con mayores grados de intensidad y con otras emociones.

Conclusión

Las emociones negativas son necesarias, pero nos limitan y no nos benefician. Cuando lo valoramos fríamente, los supuestos beneficios están acompañados de unas consecuencias que refuerzan esa emoción.

Podemos controlarlas aportando una chispa de razón en el momento adecuado para ver a continuación cómo la emoción se desvanece. Hoy se ve el sol.

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