En este artículo nos centramos en los fundamentos que nos permitirán mejorar y asentar nuestra salud mental. Anteriormente hemos descrito herramientas específicas para situaciones concretas (échale un vistazo al apartado “salud emocional” del índice), pero hoy entraremos en las actividades cotidianas que son claves para la salud mental.
Por diversos motivos, la (mala) salud mental es prácticamente un tabú, ya que no es un aspecto objetivable y genera cierto estigma social. No debemos olvidar que todos pasamos por momentos buenos y otros no tanto, física, emocional y mentalmente. El objetivo de hoy es descubrir cómo actividades básicas como el sueño (de calidad) o la actividad física son aspectos claves para mejorar nuestra salud mental.
No es ningún secreto que estas actividades mejoran las principales cualidades a nivel físico. Tampoco se nos escapa la relación entre esta mejoría y el incremento global de nuestro bienestar al beneficiar a nuestras articulaciones, equilibrio hormonal, control de estrés, etcétera. ¿Y cuál es la pirueta para llegar hasta el cerebro?
Los desequilibrios en la esfera mental pueden variar desde el cansancio, falta de lucidez, dificultad para concentrarse, pérdidas de memoria o irritabilidad, hasta pensamientos destructivos y depresión según aumenta la severidad.
Conociendo el impacto de nuestras acciones cotidianas, podremos encontrar una motivación más para corregir los malos hábitos.
Sueño
Aparte del descanso, el principal efecto del sueño de calidad en el aspecto físico es la regulación hormonal y metabólica, así como el refuerzo de nuestras defensas. También es el momento en el que el cuerpo realiza las operaciones de reparación y mantenimiento.
A nivel mental, (y métodos de tortura aparte) la alteración del sueño se traduce en deterioro cognitivo. Incluso hay estudios que relacionan la mala calidad del sueño con la demencia o con el Alzheimer. ¡Otro motivo para esforzarnos en dormir más y mejor!
Actividad física
Y… ¿qué estimula más a nuestro cerebro, un sudoku o un buen paseo?
Está comúnmente aceptado que el desarrollo del cerebro en nuestra especie vino asociado al cambio a caminar erguidos. Ello implicó una mayor necesidad de coordinación y equilibrio, nuevas funcionalidades sensoriales, etc.
Las necesidades neuronales para responder correctamente a los desafíos que conlleva el desplazamiento son tan altas que todavía no han podido ser replicadas artificialmente. Además, el aprendizaje de un nuevo movimiento implica la creación de las conexiones neuronales necesarias.
Más estudios:
- La actividad física mejora el flujo sanguíneo, favorece el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos, la formación de nuevas células y a la “plasticidad” cerebral acrecentada. Todo ello favorece el aprendizaje de materias más “intelectuales” como las matemáticas.
- El efecto protector de la actividad física frente al Alzheimer.
- Mejoría de las capacidades cognitivas.
Claves para la salud mental
Además de las recomendaciones generales sobre la asertividad y el control del estrés, en el día a día podemos entrenar y fortalecer nuestro cerebro: concedernos un sueño reparador y movernos…